Seducido por el
visionado de su espectacular adaptación a la pequeña pantalla, comencé expectante
la lectura de Una Novela Criminal –Romanzo Criminale en versión
original–, una obra que nos adentra en las lúgubres calles de Roma entre
finales de la década de los setenta y comienzos de la noventa. Comandados por
el liderazgo férreo del Libanés, la Banda della Magliana se erigió como
principal potencia del narcotráfico y del crimen organizado del centro de
Italia. Además, sus conexiones directas con miembros de la policía, líderes
políticos e incluso la Iglesia ofrecen una interesante perspectiva sobre el ocaso
del esplendor italiano y su inmersión en la decadencia de los últimos tiempos.
El
libro está firmado por Giancarlo de
Cataldo que, además de escritor, ejerce como magistrado de lo penal,
traductor y guionista para cine y televisión. De entre su bibliografía cabe destacar
Italia
Cosa Nostra (2007), acerca de la sociedad criminal siciliana, su
incursión en el Risorgimento –período
en que tuvo lugar la reunificación italiana– con su novela histórica Los
Traidores (2010) y otros trabajos que complementan o giran en torno a esta
obra reseñada. Pero es Una Novela Criminal la que mayor
reconocimiento ha dado al autor, magnificado por la serie producida por la RAI
(2008-2010) y dirigida por Stefano Sollima, así como la película de Michele
Placido (2005) Ambos productos, de título homónimo, cuentan con el trabajo de de Cataldo como guionista y contienen ciertas
licencias que las distorsionan respecto a la trama original.
Así
pues, Una Novela Criminal nos traslada a la Roma de los anni di piombo en la que acontece el
nacimiento de la Banda Della Magliana, creada por un grupo de pequeños
delincuentes y rateros de los suburbios. Tras dar el primer golpe con el
secuestro del Barón Rosellini, el grupo decide invertir el dinero en el tráfico
de drogas y poco después acaban monopolizando el mercado romano mediante una
eficiente red de camellos. Para ello no dudan en aniquilar a clanes rivales de
manera despiadada, ofreciendo escenas de violencia explícita. Paulatinamente,
la ambición desmedida del Libanés, capo
de la banda, hace expandir sus negocios hacia el juego, el ocio nocturno, la
prostitución, la especulación inmobiliaria o la usura. En esta primera etapa, es
visible el engranaje sólido en torno a la figura de su líder, así como la
singular personalidad de éste.
“—¿Quieres declarar la guerra a los
calabreses? —preguntó el Dandi asombrado.
—No hace falta. Abandonan. Y además, aunque así fuese…
¿acaso no sabes que los enemigos aumentan con el honor?
—Pues sí que… ¿de quién es ese sermón?
—¡Mussolini! —gruñó el Libanés que, en lo tocante a
cuestiones de pasión política, no transigía.
—¡Ay Líbano, estás verdaderamente obsesionado! —le dijo el
Dandi riéndose”.
En
una época convulsa a nivel político, la banda comienza a establecer contactos
con grupos de extrema derecha y a cooperar en causas como el secuestro de Aldo
Moro –dirigente de la Democracia Cristiana– a mano, presumiblemente, de las
Brigadas Rojas, con el anticomunismo como pegamento entre ambas facciones. El ascenso
del grupo consigue atraer a policías corruptos que les permite campar a sus
anchas, disponer de almacenes de armas en edificios públicos y torpedear la
investigación emprendida por el juez Borgia y el comisario Scialoja. Es el propio
comisario el que, tras años de investigación anclada y penurias varias, ilustra
la complicidad del sistema para con las mafias.
“¿Quiere saber cuándo seremos realmente
europeos? Cuando por fin nos libremos de la perversa conexión entre política,
criminalidad, empresarios corruptos, servicios secretos desviados… cuando logremos
extirpar este cáncer… si es que lo conseguimos…
[…] A grandes rasgos, se trata de una cuestión política.
Pretenden mantener el orden. Controlar la situación para que nada cambie. Los
que ponen las bombas podrían resultarles útiles. Y por ello dejan que lo hagan.
Los usan. Los miman. Todo depende del anticomunismo. El impulso inicial fue el
miedo a los rojos. Personalmente hace años que no voto. Pero me espanta pensar
que para tener alejados a gente como Amendola o Berlinguer sea necesario
meterse en la cama con los asesinos. Proteger a los traficantes de droga. Pagar
a terroristas neofascistas. Dar vía libre a la mafia”.
Una
vez asesinado su líder, la codicia de unos y la torpe imprudencia de otros
acaban por dividir a la banda y resquebrajarla hasta su práctica extinción. Las
traiciones se suceden, así como las entradas y salidas de la cárcel. Es en ese
punto donde la obra se desliga del apartado callejero y da lugar una
perspectiva más centrada en cuestiones políticas y judiciales. Entre tanto, avanza
el interesante triángulo amoroso entre el comisario Scialoja, El Dandi –uno de
los capos de la banda, bien relacionado con la Iglesia– y Patrizia, lo cual le
sirve al primero para estrechar el cerco sobre los criminales. Esta última,
prostituta, nos regala la siguiente perla para evidenciar el impecable tratamiento
psicológico de los personajes.
“—Las putas sueñan siempre con la misma cosa:
una casa con un gran televisor, dos hijos, un hombre que no les pegue todos los
días, sino tal vez sólo durante el fin de semana. Sueñan que las llaman
«señoras» cuando van a hacer la compra. Vestidos bonitos, alguna que otra joya,
un coche o dos… Sueñan con ser como tú o como tus amigas, ¡y no entienden eso
de la revolución!”
Estos
pasajes acontecen de manera aislada debido al ambicioso y extenso entramado.
Las páginas de Una Novela Criminal se convierten en una retahíla de disparos
certeros, vertiginosos, que no dejan reposar los acontecimientos, ni tampoco dan
lugar a un solo resquicio para la intriga. Su estilo resulta muy directo, sin
adornos literarios, conversaciones descarnadas, con una descarga de acción
desbordante y, en ocasiones, pesada. La cantidad de personajes –cerca del medio
centenar– y la inmensidad de pequeñas tramas acaban por restar cohesión al
texto. De esta forma, podemos considerar al libro un loable trabajo de investigación
periodística con tonalidades narrativas, más que una novela clásica al uso.
Sensaciones contrapuestas a las de la serie que, siendo también pretenciosa,
cuida los pequeños detalles y sosiega su ritmo sin mermar su carácter salvaje.
Como
en la anterior entrega, se puede concluir que Una Novela Criminal es un
buen trabajo para acercarnos a esta época oscura de manera fiel, documentada con
rigor y de fácil asimilación. Algo más discutible es su valor en cuanto a
literatura se refiere, lo cual es disculpado por lo imponente de la trama. No
estaría mal comprobar cuál es la evolución de Patrizia y Nicola Scialoja, entre
otros, en Italia Cosa Nostra, continuación natural de la obra analizada .
----------------------------------------------
Ficha Técnica:
Título: Una Novela Criminal (Romanzo Criminale).
Autor: Giancarlo de Cataldo.
Páginas: 652.
Editado por: Roca.
Año de publicación: 2007.
Comprar
Ficha Técnica:
Título: Una Novela Criminal (Romanzo Criminale).
Autor: Giancarlo de Cataldo.
Páginas: 652.
Editado por: Roca.
Año de publicación: 2007.
Comprar
No hay comentarios:
Publicar un comentario