Invisibles para la mirada superficial, se reservan sus encantos para el sexo
humeante. Concebidas para un arrebato de placer solitario, te seducen desde la
esquina de un borrón ficticio. Hijas del fulgor hecho suspiro y la vesania
ebria de lucidez, se retuercen caprichosas como la más puta de todas las
doncellas, enigmáticas como la más estrecha de las plebeyas, sólo reales en un
cajón que nadie cercó de fronteras. Un rincón que embriaga a cloaca y apesta a
elegancia, con tacto de lija y envoltura de seda. Una guarida engalanada por
los remates anárquicos y un orden que reina despiadado, donde los contrastes dan
sentido a la vida y la muerte luce con alegría, de oscuridad al amanecer y
madrugadas de claridad, de sombras que se tornan color y tintes que en tiniebla
nacen. En ese demencial agujero, veo brotar la salida hacia mí y la entrada
hacía ellas, noto cómo escapa el terciopelo y cómo se queda la aspereza. Allí,
juego a domar el sueño y hacer salvaje la realidad, ironizo con lo falso y me sobrecoge lo que cuentan que es verdad, trato
de adivinar lo que algún día fue y a teñir de cierto lo que nunca vendrá.
Al notar la primera luz del día, me empujan sin compasión para que talle el
refugio que siempre habitarán. Me disparan hasta que les funda en mi embrujo, me
fuerzan a recorrer sus cuerpos desnudos tratando de excitarlas, a que susurre disparates
que las calienten, a que las adorne con lentejuelas y espejos, a que las
enloquezca a la espera, a que las torture con ternura. Te incitan a la demencia
voraz, te sumergen en la emoción clandestina, te persiguen hasta situarte en esa
estrecha línea que separa la plenitud del vacío. Al borde del filo, se
masturban hasta extraer del amor una cuchillada y del odio una caricia, gimen
desbocadas al encontrar un equilibrio que no se sostiene y un descontrol que
sucede a la perfección, y terminan por explotar en un alarido cortante si se ve
a la mentira disfrazada de verdad y a la realidad en cueros mostrando lo
irracional.
Trago saliva, respiro hondo y le entrego cautivo mi mano y mi sudor. Me
esfuerzo por ser generoso y no muy pretencioso. Intento que las demás no marchiten,
que no encelen a la desespera, que no sientan el abandono forzado, que los
grilletes con los que decidí apresarlas no las lastimen. Espero que el polvo
que las va sumiendo no las aparte de mi memoria, que el polvo que nos
prometimos brindar no sea un trámite más, y que si alguna de ellas ha dejado de
ser pura, encañone a una de las santas y se cuelgue la aureola de virgen. No
quiero saber de su pasado, ni de las plumas que ya la han cepillado, me
contenta el engaño de ser el primer y su único amo. Suspiro al dejarme llevar
por la elegida y le prometo al oído que será hasta la última consecuencia. En
ese momento me siento igual que el esclavo al que los latigazos avivan, como el
beso que por ser último se hace eterno y como ella cuando se acuerda de estos
labios.
Al final cedo derrotado por el placer, victorioso ante el sufrimiento,
exhausto de embustes y hastiado de saber. La repaso con la mirada en silencio mientras
reposa en mi pecho. Palpo sus poros todavía líquidos, percibo su respiración
acelerada, me derrito ante las curvas imperfectas que mi torpeza lamió, la
cabellera que indómita cae con mil reflejos, su culo casi redondeado, sus tetas
amoldadas al tamaño de mis dedos, su espalda que sinuosa sugiere amparo, sus
labios, los de arriba y los de abajo, que anhelan por el siguiente ímpetu. “No puedo más”, me digo. Me levanto y me
visto, me acerco a su cara y conteniendo la emoción le murmullo: “me voy para siempre. Eres libre del cajón de
las pasiones”.
Fuentes de Inspiración:
La Vida Es Bella - Roberto Benigni (película).
Y Sin Embargo - Joaquín Sabina (canción).
Las Musas - La Fuga (canción).
Palomas - D'Callaos (canción).
A La Luz De Una Sonrisa - Gritando En Silencio (canción).
Drip Pop - La Cabra Mecánica (canción).
No hay comentarios:
Publicar un comentario