Después de leer
Si
Te Dicen Que Caí, uno comprende la trascendencia que tiene el personaje
de Juan Marsé dentro de la narrativa española. Es considerada por literatos y
entendidillos del tres al cuarto, de los cuales muestro mi confianza y respeto,
la obra maestra del escritor catalán. Topamos, así, con un puzle de
innumerables piezas, de formas imposibles, de tonalidades oscuras, de tactos
rugosos, el cual una vez acabado se duda enérgicamente si era ese el aspecto que
se debía lograr o si realmente es el producto de una imaginaria vuelta de
tuerca.
Parafraseando a una de las estrofas del himno del yugo y las flechas, Si Te Dicen Que Caí nos remonta a los años de hambre y miseria de la posguerra, dibujando el mapa desgarrador del barrio barcelonés de Guinardó y sirviendo las aventis como alimento para el hambriento lector. Las aventis, palabra hasta ésta lectura desconocida para mí, son las historias orales que cuentan sucesos maravillosos, fuera de lo normal. En esa tesitura, la pandilla protagonista desnuda cuentos que juegan con el sexo atroz, la traición cándida, los ideales muertos, la muerte en vida y la angustia de sobrevivir en las calles con la inocencia que se va ennegreciendo como telón de fondo.
De esta forma,
asistimos a una sucesión de capítulos trepidantes que deshojan la historia del asesinato
de Carmen Broto, una prostituta que teje
un sinfín de intereses entre su clientela. El argumento se desarrolla en dos
vertientes, entrelazando las andanzas de los jóvenes del barrio y las de unos
maquis que despuntan sus últimos días como saqueadores. A medida que van
avanzando los capítulos, vamos encontrando nexos de unión entre ambos grupos,
ya sea en forma de hermanos, padres e hijos o amantes que no conocerán el amor.
Entre medias se cuelan meucas de hacer los cines y los bares, camisas viejas de
furia tenebrosa y huérfanas sumidas en el abandono de los hábitos.
El trabajo
narrativo de Marsé es indiscutible, las páginas sangran dolor, los retratos de
aquellas calles con hedor a miedo punzan el alma, la identidad de los
personajes calan hondo. La comprensión de la novela es un arduo camino, sobre
todo al principio donde cada capítulo parece un paisaje inconexo respecto al
anterior, un reguero de nombres y localizaciones empapan el desconcierto
generalizado, así como las pesquisas que se abren y reabren. El parafraseo del
parafraseo hará de delicia o de veneno literario. Son muchas, por tanto, las
posibles interpretaciones acerca de las tramas, y la implicación de los
personajes en las mismas. No es de extrañar que Si Te Dicen Que Caí haya
sido una de las obras más estudiadas y diferenciadamente interpretadas.
Aunque la historia
sea ficticia, el realismo está custodiado por historias anónimas verídicas como
la de Carmen Broto, de la cual recomiendo el artículo de Josep Guixa, así como
las vivencias del propio autor, que enarbola los recuerdos de su infancia y
juventud a lo largo de la obra. Decir, por último, que la obra fue publicada y
censurada inmediatamente en 1973 por el régimen franquista. Mientras tanto, en
México obtuvo el premio de mejor novela internacional. Habría que esperar hasta
la muerte del dictador para que llegara a las librerías del Estado. También,
aunque al parecer no muy recomendable por la crítica, es de reseñar su
adaptación cinematográfica en 1989 con la dirección de Vicente Aranda, el
propio Marsé al guión y un plantel de estrellas compuesto por Victoria Abril,
Jorge Sanz, Juan Diego Botto o Antonio Banderas.
Un homenaje a esa
desgarradora pérdida de la inocencia, una ventana para que la madurez llore
como un niño.
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hola uwu
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