Corta en su
extensión, pero infinita en cuanto al paladeo de su poso. Sencilla de esquemas,
pero con una forjada identidad en el retrato social y temporal. Lineal en el
tiempo, serpenteante discurrir en el parecer, capaz de hacer tambalear la
verdad inamovible, de martillear la rigidez de las jerarquías. Elementos que
enarbolan El Disputado Voto Del Señor Cayo, una sátira acerca del poder
político y el desarrollo social y cultural que desnuda a las ciudades y envuelve
a la tierra.
Aunque su lenguaje marcado delata la época en que fue redactado, cuesta creer que Miguel Delibes ya cuestionara al estatus político en plena melopea de ideas durante la transición, allá por 1978. Es por ello que la obra guarda unas cautivadoras connotaciones históricas. Su retrato no descarna la figura del político a base de tirones despiadados, de la forma que estaríamos acostumbrados ahora, sino que es el propio político el que va desnudando su parecer y convicción tras conocer al Señor Cayo, un baluarte de esa sapiencia rural que se escurre en nuestras manos.
Como es costumbre,
leer a Miguel Delibes es un viaje para sobrevolar los campos de cultivo de
Castilla y las claras aguas de sus ríos; experimentar la miseria, y hasta
esclavización, del campesinado español; visitar al abandono y al deterioro progresivo
de la vida en los pueblos durante el pasado siglo; o ser participes de la
incultura que ahogaba, y ahoga, el progreso del medio rural. De esta forma,
Cayo sintetiza en su manera de vivir ese desgarrador panorama, ahondando en que
la felicidad está muy lejos del dinero, en que la libertad no entiende de pertenencias
ni de clases. Para muestra, un magnífico botón:
-Ahora es un
problema de opciones, ¿me entiende? Hay partidos para todos y usted debe votar
la opción que más le convenza. Nosotros, por ejemplo. Nosotros aspiramos a
redimir al proletariado, al campesino. Mis amigos son los candidatos de una
opción, la opción del pueblo, la opción de los pobres, así de fácil.
El señor
Cayo le observaba con concentrada atención, como si asistiera a un espectáculo,
con una chispita de perplejidad en la mirada. Dijo tímidamente:
-Pero yo no
soy pobre.
Rafa se
desconcertó:
-¡Ah! -dijo-
entonces usted, ¿no necesita nada?
-¡Hombre!,
como necesitar, mire, que pare de llover y apriete el calor.
De esta forma, El
Disputado Voto Del Señor Cayo nos transporta a plena campaña electoral
de las primeras elecciones generales, donde en las oficinas de un partido de
izquierdas (el PSOE, se sobrentiende) trabajan a marchas forzadas para
convencer al electorado. Con el objetivo de llegar a todos los rincones de la
provincia de Burgos, dos candidatos a diputado, Víctor y Laly, más un militante,
Rafa, topan con un pueblo abandonado, Cureña, únicamente habitado por Cayo,
campesino y alcalde, su mujer sordomuda y un vecino con el que no guarda
relación.
Con la
intención de pedir su voto, Delibes desarrolla un perspicaz diálogo donde deja
bien claro el contraste entre los urbanitas y el pueblerino, evidenciando la
fortaleza de la sabiduría del viejo frente a la ignorancia del resto. Mientras
pasean por el pueblo descubriendo las maravillas que aguarda la vida rural,
Víctor va asimilando que su hipotético papel de diputado es irrelevante para el
señor Cayo, hasta llevarle al desengaño y al delirio:
“[…] una hipótesis. Imagina, por un momento,
que un día los dichosos americanos aciertan con una bomba como ésa de neutrones
que mata pero no destruye […]. Pues bien, si eso ocurriera, yo tendría que ir
corriendo a Cureña, arrodillarme ante el señor Cayo y suplicarle que me diera
de comer […]. El señor Cayo podría vivir sin Víctor, pero Víctor no podría
vivir sin el señor Cayo”.
Llegando de
este modo a la reflexión estrella de la obra:
“Hemos venido a redimir al redentor”,
señala irónicamente el candidato.
Huelga decir,
el gran domino del autor para introducir elementos de botánica, apicultura,
pastoreo, agricultura, ganadería, ornitología…, lo cual, al igual que le
ocurre al trío protagonista, sacará los colores al lector, constatando en
primera persona la moraleja de este bello relato, el poder que tiene el saber
rural, la autosuficiencia de la vida en los campos, la autorrealización por
medio del entorno natural, la importancia de defender una esencia tan nuestra y
que poco a poco agoniza mientras el ruido de televisores lo camufla.
Así pues, El
Disputado Voto Del Señor Cayo es un gran acercamiento a la obra y
mensaje de Miguel Delibes, así como un entretenido, directo y vigente ejercicio
de reflexión hacia donde se dirige nuestro infausto camino, ese progreso que
avergüenza a su propio nombre. Después de haber leído obras suyas como El
Camino o Los Santos Inocentes, no puedo afirmar que ésta sea su obra
maestra, pero sí que debo señalarla como un homenaje más a la coherencia, al
inconformismo, a la audacia, a la humildad y al saber del escritor pucelano.
Para finalizar,
señalar la adaptación cinematográfica de la obra de 1986, dirigida por Antonio
Giménez-Rico. En ella vuelve a ser, como ya lo hiciera en la de Los
Santos Inocentes, Paco Rabal la particular musa de las historias de
Delibes, encarnando al señor Cayo.
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Ficha
Técnica:Título: El Disputado Voto Del Señor Cayo.
Autor: Miguel Delibes.
Páginas: 188.
Editado por: Destino
Año de publicación: 1978
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