Muchos
conocen a George Orwell por clásicos
como Rebelión En La Granja o 1984. En concreto, este último ha
adquirido especial relevancia en la actualidad, llegando a cifras de ventas
mareantes, gracias, en buena parte, a los escándalos de espionaje internacional
sugiriendo la existencia del Gran Hermano que planteaba dicha obra. Sin
embargo, no tan conocido es que la faceta periodística del británico le llevara a
viajar a nuestro país durante el trascurso de la Guerra Civil. Y menos conocido
aún es que tras respirar el clima revolucionario de Barcelona decidiera enrolarse
como miliciano para combatir el fascismo.
Así
pues, Homenaje a Cataluña relata las vivencias en primera persona de
Orwell dentro y fuera de las trincheras. Asimismo, expone una retrospectiva personal
del calado político y social de la Revolución –movimiento de carácter anarcosindicalista
y comunista libertario que se dio en diversas zonas de control republicano
durante la guerra–. Cabe reseñar que la obra es un retrato localizado en espacio, Barcelona y el frente
de Aragón, y tiempo, entre finales del 36 y mediados del 37, a diferencia del
tono generalista que aparenta en ciertos pasajes. Y es que uno puede sentir la
tentación de extrapolar las tesis expuestas al conjunto de la contienda, dando
pie a auténticos disparates.
A
pesar del marcado sesgo político del autor, su carácter foráneo elude el
maniqueísmo del cual pecan muchas de las obras que se ambientan en este
contexto. El texto se ciñe a los hechos con una honestidad cuasi impoluta, atestiguando
en reiteradas ocasiones la veracidad de los hechos. Es más, el hecho de estar
redactado pocos meses después de los sucesos la cargan de una vigencia diáfana que
consigue transportarte a sus escenarios.
En
primer lugar, se detalla el éxtasis revolucionario de Barcelona al poco de
estallar la guerra, marcado por la colectivización de servicios, la derogación
de clases sociales y el radical anticlericalismo. Como miliciano del POUM –partido de inspiración trotskista–,
Orwell nos adentra en unas trincheras donde las armas son deficientes, los
milicianos carecen de instrucción alguna y las horas pasan entre la inactividad
y el frío.
“En nuestra tercera mañana en Alcubierre
llegaron los fusiles. […] Estuve a punto de desmayarme cuando vi el trasto que
me entregaron. Era un máuser alemán fechado en 1896; ¡tenía más de cuarenta
años! Estaba oxidado, tenía la guarnición de madera rajada y el cerrojo trabado
y el cañón corroído e inutilizable. La mayoría de los fusiles eran igual de
malos, algunos de ellos incluso peores, y no se hizo el menor intento de
asignar las mejores armas a los hombres que sabían utilizarlas. El más eficaz
de los fusiles, de sólo diez años de antigüedad, fue entregado a una bestezuela
de quince años a quien todos conocían como el «maricón». El sargento dio cinco
minutos de una «instrucción» que consistió en explicar cómo se carga el fusil y
cómo se desarma el cerrojo. Muchos de los milicianos nunca habían tenido un
fusil en las manos, y supongo que muy pocos sabían para qué servía la mira”.
A
su vuelta a Barcelona, el autor se ve envuelto en los sucesos de mayo, en el
cual se enfrentan los gobiernos catalán y republicano, formado por comunistas y
socialistas, y los anarquistas y otras corrientes revolucionarias. Estos hechos
evidenciarían la fragmentación de la izquierda, divida en cuanto al objeto
primordial: hacer la revolución o ganar la guerra. A raíz de estos sucesos el
POUM sería ilegalizado, acusado de colaborar con el bando nacional, dando paso
a una caza de brujas contra sus dirigentes y simpatizantes que aceleraría el
retorno de Orwell a su país.
Con
gran criterio, mi ejemplar desplaza un par de capítulos al apéndice. En ambos
la obra se centra en el aspecto político con dos objetivos claros: presentar a
un PCE títere en manos de la URSS a la cabeza de campaña de desacreditación del
POUM, y defender a este último de todas las acusaciones de traición, con
especial énfasis a la manipulación de diversos medios extranjeros. Aunque se
trata de un tema que involucra una represión injustificada y atroz, este último
objetivo muestra a un Orwell cuasi obsesionado y hace tediosa la lectura de
ambos pasajes.
Es
menester destacar que la obra fue publicada antes del conocido desenlace de la
Guerra Civil. La inercia que tenía la contienda hacía previsible la derrota,
pero no el qué pasaría después exactamente. En esta tesitura, el pobre Orwell se
atreve con algún pronóstico, que prueba ese punto de candidez en sus ojos
forasteros:
“Desde un
punto de vista filosófico, comunismo y anarquismo son polos opuestos; y en la
práctica –por lo que se refiere al tipo de sociedad a la que aspiran– las diferencias son sólo de énfasis, pero por
completo irreconciliables. El comunismo siempre pone el énfasis en el
centralismo y la eficiencia, y el anarquismo, en la libertad y la igualdad. El
anarquismo tiene profundas raíces en España y es probable que sobreviva al
comunismo cuando la influencia rusa termine”.
Por
último, indicar que Homenaje a Cataluña sería la inspiradora de la genial Tierra y Libertad, un film de Ken Loach de 1998. De nuevo, una mirada externa
consigue cuajar una historia alejada de principios absolutos, como también la
industria cinematográfica española se afana por mostrar cuando se aborda este
suceso. En ella se hace un gran esfuerzo didáctico por mostrar la esencia
revolucionaria.
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Ficha Técnica:
Título: Homenaje a Cataluña.
Autor: George Orwell.
Páginas: 275.
Editado por: Virus Editorial.
Año de publicación: 1938
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Ficha Técnica:
Título: Homenaje a Cataluña.
Autor: George Orwell.
Páginas: 275.
Editado por: Virus Editorial.
Año de publicación: 1938
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